El Día de Acción de Gracias es una festividad exclusivamente estadounidense donde la tradición triunfa sobre el gusto y el plato central suele ser la parte más decepcionante de la comida: el pavo. A pesar de su reputación de ser seco y suave, el pavo de Acción de Gracias persiste, no porque sea delicioso, sino porque es necesario.
Paradójicamente, la mediocridad del pájaro ha elevado toda la fiesta de Acción de Gracias. Sin un lienzo sin sabor, el puré de papas, la cazuela de judías verdes y el relleno no alcanzarían el mismo nivel de delicia. La debilidad del pavo impulsa la creatividad culinaria, un testimonio del ingenio estadounidense.
Una tradición de esfuerzo
El hecho de que los pavos requieran una preparación exhaustiva (salmuera, rociado, fritura (a menudo peligrosamente)) es una señal de su insuficiencia, no de su valor. Sin embargo, este esfuerzo es parte de la tradición para muchos. El periodista de Vox Christian Paz, que se describe a sí mismo como un entusiasta del pavo, reconoce la importancia cultural del ave. “Me encanta el Día de Acción de Gracias. El Día de Acción de Gracias se trata del pavo. Soy un tradicionalista”, afirma claramente.
Paz admite que parte de su cariño puede ser un “lavado de cerebro”, pero también reconoce la versatilidad del pájaro. Sin embargo, incluso él admite que hacerlo bien es una hazaña de resistencia culinaria. La gran cantidad de anuncios de servicio público que advierten contra la fritura de pavos debería ser una señal de alerta: el jamón no enciende los hogares de la misma manera.
La paradoja de la preferencia
La pregunta sigue siendo: ¿por qué molestarse? Si el pavo fuera realmente querido, ¿no lo comería la gente más de una vez al año? La solución de Paz es sencilla: enjabonarlo con mantequilla. Los métodos que prefiere, inspirados en Alison Roman y Martha Stewart (a pesar de su supuesta rivalidad), demuestran hasta dónde llega la gente para salvar al pájaro.
En última instancia, la supervivencia del pavo es una cuestión de inercia cultural. Si no estuviera disponible, Paz admite que optaría por pollo asado, pero con el mismo relleno tan querido. El pavo no es la estrella, sino el andamio sobre el que se construye un Día de Acción de Gracias perfecto.
La persistencia del pavo es un testimonio de la tradición estadounidense y de la capacidad de elevar incluso el ingrediente más mediocre mediante puro esfuerzo e ingenio.


























